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Este rumor es un pasaje personal, familiar, concreto y localizado. Pero no cabe hacerse trampas al solitario. Por toda la geografía española, fueron miles los Enrique, las Ana María, los que señalaron, los que apuntaron... Seguir leyendo
Este rumor es un pasaje personal, familiar, concreto y localizado. Pero no cabe hacerse trampas al solitario. Por toda la geografía española, fueron miles los Enrique, las Ana María, los que señalaron, los que apuntaron y apretaron el gatillo, y los impostores que ocuparon los lugares de los que faltaban. Casi noventa años después de aquello, la novela de Ayala Femández-Santacruz sigue siendo necesaria para salvar del olvido la existencia de las víctimas, consolamos a sus deudos, que somos todos, hermanarnos con el afán de supervivencia ante la precariedad y la hostilidad y recordarnos que lapulsión represora y totalitaria y la maldad humana anidan entre nosotros como un defectuoso gen ante el que debemos estar siempre alertas.
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