Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
¿Fue Valle-Inclán un carlista convencido?, o ¿se trataba solo de una pose de un personaje estrafalario fuera de su tiempo? Su carácter atrabiliario, extrave
¿Fue Valle-Inclán un carlista convencido?, o ¿se trataba solo de una pose de un personaje estrafalario fuera de su tiempo? Su carácter atrabiliario, extravertido y sociable le creó una imagen distorsionada, cuando en puridad era una persona reservada y celosa de su intimidad. Alfredo Comesaña ofrece un análisis desde una óptica histórica y crítica y esclarece, a través de la vida y obra el vínculo del escritor gallego con el carlismo. Tierra, tinta y tradición representa los tres elementos nucleares que conforman su razón de ser: el telurismo, la fuerza creativa y el tradicionalismo. El sustrato ideológico tradicionalista del autor permeó su existencia desde su niñez hasta su muerte. Carlista desde una perspectiva personalísima, su corazón latió siempre en dirección a Carlos VII. Y es que el carlismo tenía mucho que ofrecerle en materia de emociones heroicas y sentimientos épicos, que trasladaría a personajes como su 'alter ego' el Marqués de Bradomín.