Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega. Las cookies que se clasifican según sea necesario se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las características básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de optar por no recibir estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.
Imprescindibles
Las cookies necesarias son absolutamente esenciales para que el sitio web funcione correctamente. Esta categoría solo incluye cookies que garantizan funcionalidades básicas y características de seguridad del sitio web. Estas cookies no almacenan ninguna información personal.
No imprescindibles
Estas cookies pueden no ser particularmente necesarias para que el sitio web funcione y se utilizan específicamente para recopilar datos estadísticos sobre el uso del sitio web y para recopilar datos del usuario a través de análisis, anuncios y otros contenidos integrados. Activándolas nos autoriza a su uso mientras navega por nuestra página web.
Egon Erwin Kisch dilató las fronteras del género hasta los límites de la literatura; fabuló la realidad, la dramatizó, hizo palpitar los hechos y contribuy
Egon Erwin Kisch dilató las fronteras del género hasta los límites de la literatura; fabuló la realidad, la dramatizó, hizo palpitar los hechos y contribuyó a que el reportaje sirviera para transmitir y explicar al lector los cambios vertiginosos que se estaban produciendo en los años veinte del siglo pasado. Kisch aprendió muy pronto a observar y describir lo cotidiano. La resonancia de sus reportajes, que aparecían en numerosos diarios y revistas, fue tan grande que enseguida se publicaron tomos recopilatorios, algunos de los cuales estarían entre los libros más vendidos durante la República de Weimar. Su estilo ágil e incisivo, la presentación visual, casi fílmica, la perfecta ambientación de los lugares donde transcurren los hechos y una tensión narrativa que consigue atrapar al lector desde la primera línea convirtieron a Kisch en el maestro del reportaje literario en lengua alemana.