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El taller desconocido de un genio

Editorial EDAF
Páginas: 320
Tamaño: 210cm X 280cm

Lo mío no es vocación, ni carrera, ni oficio; simplemente tengohumor. El chiste da para comer. Lo que pasa es que yo tengo un oficioque, en este país, es com

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Lo mío no es vocación, ni carrera, ni oficio; simplemente tengohumor. El chiste da para comer. Lo que pasa es que yo tengo un oficioque, en este país, es como ser torero en Suecia. Es decir, quecaes simpático, pero no te dejan torear. El único inconveniente quehe encontrado en mi carrera ha sido el sentido del humor del país.Dicen que los españoles no tienen sentido del humor, pero eso no esverdad. Van a ver una película inglesa en la que los propios inglesesse caricaturizan, y se lo pasan de miedo; pero hacer lo mismoen España ya no les gusta. Los españoles tienen el sentido del humormutilado. Aunque se enfaden los ejemplarizados, le contaré unaserie de anécdotas. En en el guión de Soltera y madre en la vida, enel que colaboré, el personaje antipático era un practicante. Enseguidasalió una carta de un practicante que no toleraba que a losde su gremio se les llamara antipáticos. Cuando se me ocurrió decirque Felipe II gobernaba como un secretario de Ayuntamiento, rápidamenteun secretario de Ayuntamiento, muy ofendido, protestó.Hice otro chiste en que un nuevo rico le decía al maestro: «Aquí letraigo al niño para que me lo entretenga hasta que se haga un hombrede bien». Pues, un maestro indignado envió otra carta en sonde protesta.La llaga purulenta de la censura obligó a Antonio Mingote y a suscofrades del buen humor a afinar la intención, propinarles vueltasy vueltas de tuerca a las cosas, apuntar por elevación («creo que sedice así en artillería»), hacer ejercicios de elipsis, sobreentendidosy ambigüedades. «Esto no es deseable, pero ha tenido por consecuenciaunas herramientas más pulidas y un ingenio más aguzado»,confesaba el maestro a propósito de la guillotina censora. La censurarasgaba las páginas y los dibujos no aptos con un lápiz rojo.Desvelamos en esta obra todos los chistes que fueron censuradospor la «santa madre iglesia del buen decoro» de turno, es decir, lamaquinaria del régimen, que obligaba al director de pe riódico deturno a tener que censurar a su dibujante.

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