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La obra de Gilles Lipovetsky ha marcado la interpretación de la modernidad y su nombre se asocia con la exploración de la noción de «individuo» como «áto
La obra de Gilles Lipovetsky ha marcado la interpretación de la modernidad y su nombre se asocia con la exploración de la noción de «individuo» como «átomo irreductible» de la era democrática. En La era del vacío preparó el terreno de lo que debía imponerse como el «paradigma individualista». Y desde entonces no ha cesado de explorar las múltiples facetas de este individuo contemporáneo: el nuevo reinado de la moda y las metamorfosis de la ética, la nueva economía de los sexos, la explosión del lujo y las mutaciones de la sociedad de consumo. En este último libro, que incluye una introducción al pensamiento del autor y una entrevista al mismo realizadas por Sébastien Charles, Lipovetsky retoma su itinerario intelectual y aporta un elemento suplementario a su interpretación de la «segunda revolución moderna»: lo «posmoderno» ha llegado a su fin; hemos pasado, para bien y para mal, a la era «hipermoderna». Esta época se caracteriza por el hiperconsumo y el individuo hipermoderno: el hiperconsumo absorbe e integra cada vez más esferas de la vida social y empuja al individuo a consumir, más que para ascender en la escala social, para su satisfacción personal; la sociedad hipermoderna se caracteriza por el movimiento, la fluidez y la flexibilidad, y se distancia de los grandes principios estructurales de la modernidad; y el individuo hipermoderno, aunque orientado hacia el placer y el hedonismo, siente esa especie de tensión e inquietud que surge de vivir en un mundo que se ha disociado de la tradición y afronta un futuro incierto, corroído por la angustia. El miedo se ha superpuesto a sus placeres y la ansiedad a su liberación. Todo le preocupa y ya no dispone de sistemas de creencias en los que encontrar seguridad. Así son los tiempos hipermodernos.