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Cada vez se sabe más sobre los chimpancés, los bonobos, los gorilas y los orangutanes, y se ve más claramente lo mucho que se parecen a los niños humanos de
Cada vez se sabe más sobre los chimpancés, los bonobos, los gorilas y los orangutanes, y se ve más claramente lo mucho que se parecen a los niños humanos de dos a tres años. Gracias a organizaciones como Proyecto Gran Simio, son más los países que les dan una protección legal especial, hay más juristas dispuestos a defender los derechos de los simios, más peticiones de «habeas corpus» y más juicios en los que se debate la posible personalidad legal de nuestros hermanos evolutivos. Sin embargo, muchos países siguen sin darles la protección adecuada, y nuestros primos primates no solo están amenazados por el cambio climático, las pandemias y la tala de bosques, sino que también sufren el acoso de los cazadores furtivos que los secuestran para zoos y espectáculos, para venderlos como mascotas o para comerciar con su carne. Es necesario por eso un gran esfuerzo de coordinación internacional para que puedan sobrevivir como especie y ser respetados como individuos.Ante la urgencia de esta defensa, se hace preciso responder a preguntas como: ¿qué derechos deberían concederse a los grandes simios?, ¿en qué se diferencian los derechos homínidos de los derechos humanos?, ¿depende la aceptación de los derechos homínidos de nuestra posición filosófica en torno a los derechos en general?, ¿tiene sentido decir que un chimpancé es una persona, aunque no sea humano?, ¿es especista o discriminatorio pedir derechos especiales para los grandes simios? Este libro intenta responder a estas y otras preguntas y explicar al lector cómo son los no humanos que más se nos asemejan y por qué es apremiante darles la protección que necesitan.