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Más allá y antes de ser un signo de reconocimiento individual, familiar o de Orden, en las batallas o en los torneos, el blasón, creación original y origina
Más allá y antes de ser un signo de reconocimiento individual, familiar o de Orden, en las batallas o en los torneos, el blasón, creación original y originaria del occidente cristiano, se presenta esencialmente como un verdadero retrato celeste, vivo y vivificante que expresa a través de sus colores y trazados, sus figuras (piezas honorables o muebles) la vocación espiritual de su portador. Existe así, hablando en propiedad, una lectura espiritual y como consecuencia una vía del blasón. Una vía auténticamente iniciática en el doble sentido de un punto de partida (inicio) de la búsqueda de un encaminamiento interior, de un transporte del alma hacia ella misma y hacia su Creador. De tal modo que los escudos de armas, para ser realmente "entendidos", es decir en todo el sentido del término "descifrados", deben ser esencialmente contemplados como un icono. Por otra parte, en su realidad última, tanto los escudos de armas como los iconos, contemplan al hombre en el corazón de su interioridad le revelan, le soplan (blasonan) el secreto de su ser y le invitan a su cumplimiento en la luz del Espíritu que es Amor. E