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Esta novela está basada en una historia real de Fernando Campos. József existe. O, al menos, ha existido. Llegó a las puertas del Irish Rover, un garito muy popular en el Madrid de los años noventa, de parte de su compañero de celda en Carabanchel. József tenía experiencia como portero de discoteca y era corpulento, lo cual resultaba conveniente como factor disuasorio en las madrugadas de Madrid, cuando el alcohol engrandece el carácter de los veinteañeros a la vez que les achica la paciencia. Era reservado del modo en que solo pueden serlo aquellos que han vivido mucho y saben que nadie nunca se metió en problemas por callar demasiado. Su cara desfigurada de boxeador, nariz rota incluida, estaba suavizada por sus ojos extrañamente azules, pero cualquier rasgo físico resultaba irrelevante si uno reparaba en sus manos: en vez de nudillos parecía que le hubieran injertado dos puños americanos.Esta historia que está a punto de leer es su vida y es esencialmente cierta.