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La singular Vianne Rocher vive en una casa flotante en el Sena con su familia. Cuando recibe la carta de su vieja amiga Armande donde le pide que ponga flores e
La singular Vianne Rocher vive en una casa flotante en el Sena con su familia. Cuando recibe la carta de su vieja amiga Armande donde le pide que ponga flores en su tumba y recoja los melocotones de su jardín, sabe que no puede negarse y debe regresar a Lansquenet, el lugar que marcó su destino. Pero allí todo ha cambiado: la chocolatería donde vendía sus «sueños, pequeños consuelos, dulces e inofensivas tentaciones», que tanto revolucionó la vida del pueblo y la suya propia, se ha convertido en una escuela. El malestar y la desconfianza, por otra parte, recorren ahora las estrechas y empedradas calles de entonces, el paisaje es tan distinto que, incluso el párroco, ya no teme a Vianne y requiere, en cambio, su indispensable ayuda.