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«El sofá estaba en una habitación sin ventanas, forrada con pieles de oso polar y por lo demás vacía. Tapizado en terciopelo rojo, el sofá tenía nueve pa
«El sofá estaba en una habitación sin ventanas, forrada con pieles de oso polar y por lo demás vacía. Tapizado en terciopelo rojo, el sofá tenía nueve patas y siete brazos».Poblada de caballeros bien dotados, doncellas deliciosamente simpáticas, perros inmorales, adminículos sorprendentes, juegos excitantes, fiestas libertinas y un inquietante sofá, esta obra maestra de la imaginación erótica confirma que el principal órgano sexual humano es el cerebro.El curioso sofá (1961), clásico de Edward Gorey firmado con el seudónimo de Ogdred Weary, es una hilarante parodia de los tópicos de la literatura pornográfica.