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La vinculación territorial de los equipos de fútbol a su propia ciudad es un hecho que, de tan evidente, apenas se nos ocurriría plantearnos. El Valencia es
La vinculación territorial de los equipos de fútbol a su propia ciudad es un hecho que, de tan evidente, apenas se nos ocurriría plantearnos. El Valencia es un equipo de València, el Real Madrid es de Madrid y el Barça de Barcelona, por ejemplo. ¿Puede ser de otro modo? Las lógicas y prácticas contemporáneas del capitalismo global, sin embargo, comienzan a vaciar de contenido esta 'verdad de perogrullo', desligando clubes de sentimientos.Al igual que el fenómeno 'airbnb' acaba generando barrios sin vecinos especialmente en los centros históricos de las ciudades , matando comercios y vida asociativa y deviniendo en auténticos decorados de cartón-piedra, los equipos de fútbol, en manos de grandes magnates o de grupos empresariales mastodónticos, acaban desligándose del territorio que los acoge, donde se asienta su teórica masa social, para convertirse en marcas globales cuya única función es la de generar economía de escalas. Desde luego, esta realidad no resulta inocua para los equipos buitreados, generando desafección entre sus abnegados aficionados y la sensación de que el fútbol ya no es lo que era.En 'Club a la fuga', el periodista y publicista Vicent Molins analiza en perspectiva histórica esta realidad, adentrándose en los motivos y consecuencias últimas de un proceso que no ha hecho más que comenzar.