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El mundo del espectáculo del siglo XX evolucionó desde la emoción en vivo de las corridas de toros, los combates de boxeo y el circo hasta la simulación del
El mundo del espectáculo del siglo XX evolucionó desde la emoción en vivo de las corridas de toros, los combates de boxeo y el circo hasta la simulación del riesgo en las películas de aventuras de Hollywood. En esta transición hacia una sociedad del espectáculo, nadie en Barcelona entendió los gustos del público como Pedro Balañá Espinós (1883-1965), uno de los más grandes empresarios españoles del mundo del entretenimiento y, a partir de ahora, uno de los mejor estudiados.El periodista Josep Guixà ha dedicado un lustro a sumergirse en las luces y sombras de un hombre que supo manejarse con habilidad con los políticos para forjar su obra (fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona en dos regímenes distintos) y cuyo legado ha perdurado varias generaciones. De las vaquerías en su barrio natal de Sants al matadero, de la venta de carne de toro de lidia en los mercados municipales a la creación de un imperio taurino, de los montajes líricos y circenses en la plaza Monumental a las grandes salas de cine, la vida de Balañá es un espectáculo en sí mismo.