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En "Amo a Dick", publicada originalmente en 1997, Chris Kraus abría sendas nuevas al desgarrar los velos que separan la ficción de la realidad y escribi
En "Amo a Dick", publicada originalmente en 1997, Chris Kraus abría sendas nuevas al desgarrar los velos que separan la ficción de la realidad y escribir sin el corsé del decoro que tacha de narcisista cualquier operación literaria a pecho descubierto. En esta novela, el oscuro objeto de deseo es Dick, un famoso teórico de las subculturas a quien Chris persigue tenazmente a lo largo y ancho de los Estados Unidos. El viaje de la pasión empuja a nuestra protagonista a un estado de frenesí amoroso que la aleja de una vida a la sombra de su exitoso marido y la lleva a cuestionarse los mismos cimientos de su feminidad. Las cartas de amor que la narradora escribe compulsivamente se abren a lo ensayístico, al análisis inspirado de vidas que se confunden con obras, desde Hannah Wilke a Kitaj. Pero llega un momento en que esas cartas ya son una forma artística en y para sí, un medio para algo que casi nada tiene que ver con Dick. La fuerza creadora es el principio rector de esta novela-manifiesto para una nueva forma de entender el feminismo, el amor y nuestra conflictiva relación con el mundo. Como escribe Eileen Myles en el prólogo a esta edición: «Cuando "Amo a Dick" vino al mundo también nació una nueva forma de vida femenina. Con la escritura de una exégesis total de la pasión, verdadera o falsa, Chris Kraus acompaña a las nuevas lectoras a ese mundo». Allá vamos...