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El Führer había prometido al pueblo alemán que lavaría la afrenta del tratado de Vesalles. Por eso nuestros padres lo adoraban. Como prueba de ello, le dieron lo que más querían: sus hijos y sus hijas. 1945. Nuestra infancia y nuestra adolescencia se diluyeron en aquel sueño que se convirtió en pesadilla. Nuestros enemigos aplastan Alemania de este a oeste. Berlín está en llamas. Sólo me queda huir sin mirar atrás. Se dibuja otra vida al final de la noche.